La corrupción, el desempleo y la miseria provocaron que los egipcios, cansados de tantos abusos, comenzaran una serie de protestas y manifestaciones con el fin de conseguir el cambio de Gobierno. Ya se necesitaban ciertas reformas que garantizaran nuevos aires en materia económica y un mayor respeto a las libertades individuales.
El malestar de la gente en Túnez, en donde se logró el final de una dictadura de más de veinte años de Ben Alí, se extendió a Egipto, cuyo presidente, Hosni Mubarak, estaba desde hace treinta años y quería perpetuarse a través de su hijo. La situación hasta el momento parece no tener reversa. El desgaste de estos sistemas dictatoriales es evidente. El ciclo se ha cumplido. El pueblo clama por el cambio, una nueva forma de Gobierno que satisfaga todas esas necesidades acumuladas a través de tanto tiempo.
Sin embargo, la experiencia ha demostrado que ante el desespero, la gente termina por aferrarse a otras opciones que aparecen como salvadoras, pero al final se convierten en tiranías extremas y peligrosas.
Ahora el pueblo egipcio tiene un reto: realizar una elección cuidadosa de sus candidatos presidenciales porque de ello dependerá no sólo el bienestar del país sino el de la región. Habrá quienes se sientan inclinados a instaurar regímenes religiosos, pero deben tener en cuenta que el mundo ha avanzado. Es indiscutible que hay que separar la religión del Poder. La experiencia vivida en otros países no puede ser olvidada e ignorada. Ésta debe ser una lección que en estos momentos Egipto debe tener en cuenta.
Es evidente el riesgo de caer en un régimen teocrático, en donde el fanatismo religioso se constituya en un mal peor, que impida la realización de las reformas y la garantía de las libertades individuales que el pueblo está pidiendo. La coyuntura política puede ser favorable para una dictadura de algún movimiento extremista islámico. La Religión vinculada a la Política fomenta el fanatismo y la intolerancia. Ojalá, esas muestras de descontento e inconformismo no sean aprovechadas para instaurar un sistema de Gobierno de ese tipo.
El Internet y las redes sociales fueron las herramientas indispensables para multiplicar las protestas y el malestar de la gente. Ahora, deben jugar un importante papel en un momento donde se requieren adoptar decisiones trascendentales para el país. La información y la orientación son fundamentales para que se pueda hacer una elección responsable. Estos son los medios idóneos para suministrarla.
Ojalá, los egipcios puedan darle a este episodio un final feliz que sea garantía de paz para su país y la de sus vecinos.
El balcón - Un lugar para reflexionar 